El miedo te contrae: te hace retroceder, te aleja de lo que amenaza y también de lo que deseas. El olvido te dispersa: te aligera de lo que duele, pero borra lo que importa. La obsesión te expande: te impulsa y enfoca, pero puede consumirte. Todo se mezcla: el cansancio esconde miedo, la prisa trae obsesión, el olvido se disfraza de calma. Los rivales no solo se oponen, te exponen.